martes, 29 de abril de 2008

La Mallorquina

La Mallorquina con sus dos entradas, una al 8 de la Puerta del Sol (la más concurrida, junto a la salida del Metro) y otra al número 2 de la calle Mayor, es quizás la pastelería más famosa de Madrid. Su origen se remonta al año 1894, cuando fue fundada por el balear Juan Ripoll, que posteriormente durante la Guerra Civil vendió el negocio a sus actuales propietarios.

Este es uno de los lugares de referencia tanto para turistas como para madrileños, debido a la calidad de su repostería. En general se dice que su producto estrella son las napolitanas de crema (por un euro), aunque para otros lo más destacado es su nata o las trufas. Tampoco hay que olvidarse de los productos de determinadas festividades como los huesos de santo o el roscón de Reyes. En todos los casos la clave se encuentra en que lo que te estás comienda está recién sacado del horno.

Cuando entras al local parece que retrocedes en el tiempo ya que aún mantienen la decoración de hace cuarenta o cincuenta años, en la que destacan los mostradores blancos, el aluminio, así como la iluminación con fluorescentes.

En la planta baja hay dos mostradores, uno para la bollería, y el otro para las trufas, violetas, lenguas de gato... Además al fondo hay una pequeña barra que casi siempre está atestada de gente, pero sin duda el sitio estrella es la planta de arriba donde encontrarás un salón con mesas, y unos amplios ventanales para poder disfrutar del bullicio de Madrid.

Para mí este es un buen sitio para poder tomar un café y comprobar como la mayoría de la gente va corriendo a todos los sitios poseídos por las prisas de Madrid. Para toda la clientela que tienen, son bastente rápidos, aunque una de las pegas que le encuentro al local (y para mí es importante) es que alguna vez que me he tomado el café en la barra de abajo, me lo han servido a los cinco segundos de pedirlo.

Tanta efectividad sólo puede explicarse teniendo en cuenta que de forma continua van preparando cafés, más de los que les hacen faltan, para así no verse sobrepasados por el continuo trasiego de gente, y con eso para mí pierden calidad. Por eso, para evitar situaciones como esas recomiendo ir a la parte de arriba, y poder disfrutar completamente del sitio y del café.

sábado, 26 de abril de 2008

La Casa de las Siete Chimeneas

Situada en el número 1 de la Plaza del Rey, esta casa, construida entre 1574 y 1577, se distingue por sus siete chimeneas que servían de tiro y respiradero a las distintas estancias. Según las malas lenguas el número de chimeneas tenía que ver con los siete pecados capitales, y quizás al menos uno de ellos, la lujuria tiene que ver mucho en la leyenda negra de esta casa.

En el 1590 un caballero al servicio de Felipe II, la entrega como regalo de bodas a su hija, camarera al servicio del rey. Según las habladurías además el Rey recibía de la joven otro tipo de "servicios". El matrimonio se celebra con un capitán del ejército que por caprichos del destino, a los pocos días de la boda es destinado a Flandes, muriendo en la batalla de San Quintín.

Durante meses la joven se quedó penando la pérdida, hasta que una mañana apareció muerta en su habitación. Los motivos de la muerte nunca se aclararon, ya que misteriosamente el cadáver desapareció. Unos acusaban al mismo Rey, otros hablaban de relaciones incestuosas con el padre. Sea como fuere, el padre apareció a los pocos días colgado de una viga de la casa.

A partir de entonces, tras el toque de ánimas, los vecinos observaban cómo una mujer vestida de blanco con los cabellos al viento caminaba por el tejado de la casa. Con una antorcha en la mano recorría todo el alero en dirección al Alcázar (antiguo Palacio Real), y finalmente tras ponerse de rodillas se golpeaba en el pecho y desaparecía.

Pasados los años, un viejo hacendado de las Indias compró la casa para vivir junto a su futura esposa. En un matrimonio de conveniencia, se casó con una joven, que supuestamente también le hacía "trabajos" a Felipe II. La relación duró poco ya que la misma noche de bodas la joven se suicidó en el sótano. El marido la encontró con un puñal clavado en el pecho y las arras de la ceremonia, regalo del Rey, esparcidas por el suelo. Desde entonces se dice que su fantasma se pasea por el sótano de la casa, haciendo sonar las 13 monedas que el Rey le regaló.

En 1766 la casa fue residencia del marqués de Esquilache, Ministro de Hacienda de Carlos III. Durante el motín provocado por la prohibición del marqués de llevar capas y sombreros, la gente acudió a su casa a quejarse. Al no encontrarse allí el ministro, prendieron fuego a cuantos objetos de valor encontraron.

En 1840 el edificio tuvo que reformarse al construirse el Circo Olímpico (luego Price) en sus inmediaciones. Más tarde, en 1881, el conde de Eleta compró la casa como sede del Banco de Castilla, y al realizarse las obras de acondicionamiento encontraron emparedado en un muro el esqueleto de una mujer que llevaba una bolsa con monedas de la época de Felipe II. Hace poco, en 1960 tras otra reforma, se halló el esqueleto de un hombre emparedado entre los ladrillos de un muro.

Esta es la historia, de esta casa, declarada Monumento Histórico-Artístico en 1948, y Bien de Interés Cultural en 1995. Actualmente es sede del Centro de Información y Atención al Ciudadano del Ministerio de Cultura, y no se han vuelto a tener noticias de más emparedados. Por si acaso, yo recomiendo que las obras las dejen para otros edificios porque visto lo visto allí hay más muertos que paredes.

miércoles, 23 de abril de 2008

La Chata

Un día como hoy, hace 77 años, moría en el exilio Isabel de Borbón, conocida popularmente como «La Chata». Nació en 1851, y era hija de Isabel II, y se supone que del rey consorte Francisco de Asís, aunque quizás esto último sea mucho suponer, .

Casada en 1868, por intereses políticos de la Corona, con su primo Cayetano de Borbón tuvo un desgraciado matrimonio. Para empezar, durante su viaje de bodas se produjo el derrocamiento de Isabel II por lo que no pudieron volver a España, y después enviudó con sólo 20 años tras suicidarse su marido de un tiro. Con la restauración se produce su regreso junto a su hermano el Rey Alfonso XII en 1875.

Dos veces heredera al trono, ella que fue nieta, hija, hermana y tía de reyes, tuvo en el pueblo llano a su gran aliado. Aficionada a mezclarse con él, era asidua de los toros y las verbenas, por lo que los periódicos de la época la denominaban la «manola de sangre azul». Este fue el motivo de que ella fuera la única persona de la Casa Real a la que no se invitó a abandonar el país cuando se proclamó la II República. A pesar del detalle se fue al exilio con el resto de la familia, y cinco días después de abandonar España murió en un convento de Auteuil, cerca de París.

Enterrada en Francia, sus restos fueron depositados en la Capilla del Palacio Real de La Granja en 1991. De ella queda como recuerdo un conjunto escultórico en el Paseo del Pintor Rosales a la altura de la calle Quintana donde vivió.

Por otro lado los orígenes del actual Hospital de La Princesa también están relacionados con ella. Tras su nacimiento, cuando iba a ser llevada para hacer la ofrenda a la Virgen de Atocha, su madre sufrió un atentado. Tras recuperarse, la Reina expresó su deseo de que se construyera un hospital que llevaría el nombre de "Princesa" en honor a su hija.

Hoy nos podemos encontrar a la Chata en la Cava Baja, eso sí no te preocupes porque por suerte no te juntarás con nadie de la realeza. Me refiero a de una de las tascas más típicas y castizas de Madrid, decorada con azulejos y fotografías representativas de la vida madrileña de antaño.

domingo, 20 de abril de 2008

La organillera

El organillo es un instrumento musical inventado por los ingleses hace doscientos años. Para poder tocarlos tampoco debes ser un genio de la música, ya que sólo se necesita girar una manivela que activa un mecanismo para que las cuerdas de piano que hay en su interior comiencen a sonar.

Debido a su facilidad de manejo, en su momento fue muy popular, siendo el instrumento estrella de las verbenas de Madrid. Hoy ha quedado en el olvido, aunque en el número 7 de la Carrera de San Francisco aún se pueden disfrutar de varias de esas piezas únicas, construidas algunas hace más de un siglo.

Hoy es complicado disfrutar de sus inconfundibles melodías por las calles de Madrid, ya que apenas quedan organilleros dándole vueltas a la manivela, a no ser que sea por las castizas Fiestas de San Isidro o las de la la Paloma. De vez en cuando puedes disfrutar de su compañia los domingos en el Rastro, o los fines de semana por Preciados. En ambos casos es una organillera la que nos obsequia con sus chotis y pasodobles.

Sólo le pondría un pero a esta situación, y es que la mujer tiene ya sus años, y siempre que la veo me da por pensar que si está en la calle con su organillo será porque seguramente le hará falta para poder seguir adelante. Espero que esto no sea así, y simplemente salgapara hacernos disfrutar con su música, y hacernos recordar otros tiempos.

jueves, 17 de abril de 2008

El Palacio de Cristal

Situado en el Parque del Retiro a la orilla de un pequeño estanque, el Palacio de Cristal fue edificado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco para albergar una muestra de plantas tropicales, durante la Exposición General de Filipinas, que en 1887 se celebró en Madrid.

Contra lo que se pueda pensar, su construcción, realizada casi en su totalidad con hierro y cristal, se debió más a motivos políticos que a culturales. Con la obra se pretendía intentar demostrar al resto de Europa el supuesto poderío que aún tenía España, y sobre todo intentar rivalizar con el Crystal Palace de Londres, creado para la Exposición Universal de 1851.

Una vez acabada la exposición, el Gobierno decidió conservar el Palacio y gracias a ellos ha llegado hasta nuestros días, siendo posiblemente el edificio más destacado del Retiro. En la actualidad pertenece al Ministerio de Cultura, y es utilizado como sala de exposiciones temporales de arte contemporáneo. Actualmente, y hasta el 16 de junio, se pueden contemplar allí las esculturas que forman de la muestra "La Corte del Rey Arturo" de la artista polaca Magdalena Abakanowicz .

Para mí aparte de la belleza que pueda tener este Palacio, lo que más me llama la atención sin dida alguna, es el lago que le rodea, donde se pueden contemplar varios ejemplares del ciprés de los pantanos (Taxodium distichum). La característica principal de este árbol es que sus raíces y parte del tronco se encuentran sumergidas en el lago. Esto junto a los castaños de indias que rodean al Palacio, le dan a éste un encanto especial, como de cuento de hadas, y hacen de él un lugar perfecto donde pasar los días de primavera y verano disfrutando de una buena compañía o de un buen libro.

lunes, 14 de abril de 2008

Adiós a las castañas

Aunque aún se resiste a dejarnos del todo, el frío poco a poco se va marchando Madrid. En su marcha se lleva consigo a los tradicionales puestos de castañas que año tras año nos acompañan.

Es este un producto que aunque típico de lugares más norteños, forma parte del día a día de la ciudad durante los meses de invierno. Así, cuando el termómetro alcanza sus más bajas temperaturas, aparecen los quioscos de chapa con sus bidones de hojalata dispuestos a preparar sus castañas asadas y poder con ellas aliviar un poco el frío reinante. Junto a ellas, debido a la progresiva presencia de extranjeros en la capital, aparecen las batatas y el maíz.

Estos quioscos descienden de las castañeras que ya en el siglo XIX ofrecían sus castañas provistas del hornillo y el puchero en los típicos cucuruchos de papel de periódico. La mayoría son puestos familiares que han ido pasando de padres e hijos, aunque últimamente va creciendo la presencia de extranjeros. Les puedes encontrar o bien en la plaza de Callao, esquina con Jacometrezo, o bien en la plaza de Isabel II, así como en la calle Mayor, esquina con Postas.

A pesar de que los vendedores deben estar dados de alta como autónomos para poder ejercer su oficio, éste no da para vivir, ya que al trabajarse sólo en temporada, es necesario que dispongan de otra ocupación adicional para poder subsistir. Sin embargo contra lo que se pudiera pensar, parece ser que el negocio no está en declive, ya que se siguen manteniendo más o menos las mismas licencias de siempre.

Según los vendedores las personas mayores suelen ser sus mejores clientes, ya que las han comida toda la vida, mientras que los más jovenes son los que menos se acercan a sus puestos ya que prefieren la comida basura que les ofrecen las grandes cadenas de la zona.

Aunque no soy un cliente asiduo, sí que me gusta comprar castañas en la calle de vez en cuando, ya que ésts no tienen nada que ver con las que puedes preparar en casa. Te suelen cobrar dos euros por docena, y te las entreganenvueltas en su correspondiente cucurucho. Como anécdota decir que hace unos años había un vendedor que se ponía en Opera, y tenía por costumbre intentar colarte siempre una o dos menos, por si acaso. Debías estar atento a las maniobras que hacía cuando te las echaba, y a pesar de eso siempre era bueno contarlas una vez ya las tenías, para ver si te la había jugado.

A pesar de casos excecpcionales como este, para mí este es un negocio que me gustaría permaneciera vivo en nuestras calles, ya que me trae recuerdos de cuando era niño, y además estos puestos son una de las muchas estampas que le dan su encanto a ese otro Madrid.

jueves, 10 de abril de 2008

Tras los pasos de la Inquisición

La Inquisición fue un Tribunal eclesiástico establecido para descubrir y castigar los supuestos delitos cometidos contra la fe. En España los primeros tribunales se formaron en 1242, aunque fue a partir de 1478, ya con los Reyes Católicos, cuando alcanzaron su máximo esplendor. Su desaparición se produce en el año 1834, aunque antes había sido suspendida temporalmente durante la ocupación francesa.

Paseando por Madrid aún puedes encontrar lugares que durante aquellos tristes años fueron escenarios de las tropelías cometidas por esta institución. Así, junto al Senado, en el número 14 de la Calle Torija, se encuentra el edificio donde estuvo el Consejo Supremo del Santo Oficio desde 1780. Una leyenda en su fachada dejaba claro lo que allí encontrarías: «Exurge Domine et judica causam tuam» (Alzate Dios, y juzga tu causa).

Anteriormente, este tribunal, encargado de revisar las causas y de dar las instrucciones de cómo actuar a los demás tribunales, estaba a pocos metros de allí, en el número 4 de la Calle Isabel la Católica. El edificio que lo albergaba lo ocupa hoy día un hotel, cuyo restaurante recibe el nombre de Inquisición.

Los condenados eran conducidos de la calle Torija a la Plaza de Santo Domingo (foto debajo de este párrafo), sufriendo en ese pequeño trayecto todo tipo de humillaciones. Allí estaba el Monasterio de Santo Domingo, en el que se celebraron la mayor parte de los autos de fe de Madrid. De este monasterio tampoco queda nada ya que en 1869 se procedió a su derribo. Finalmente, de allí eran llevados hasta la Plaza Mayor, lugar principal de las ejecuciones hasta el año 1795.

Cuando la sentencia de la Inquisición era condenatoria, el reo debía participar en la ceremonia denominada auto de fe, que solemnizaba su retorno al seno de la Iglesia, o su castigo como hereje. Antes de celebrarse este auto de fe, salían de procesión la Cruz Blanca y la Cruz Verde (emblema de la Inquisición), la primera hacia el quemadero y la segunda con destino a la Plaza Mayor.

Cerca de Puerta Cerrada está la Plaza de la Cruz Verde, que debe su nombre a una gran cruz de madera pintada en verde que se utilizó en el último auto de la Inquisición, y que se estaba colocada en la muralla de la huerta del Sacramento, donde hoy se encuentra la fuente con la estatua de Diana Cazadora (foto al final de la entrada).

Es difícil calcular cuántas personas se vieron implicadas en procesos inquisitoriales, aunque por desgracia fueron bastantes. Al menos, esta es una época de la que la Iglesia por suerte ya ha renunciado. Así, hace cuatro años el Vaticano reconoció los abusos cometidos, aunque matizando que había que tener en cuenta la mentalidad de la época, y que según ellos hubo muchas exageraciones en toda la leyenda negra.

domingo, 6 de abril de 2008

La Calle Juanelo

Juanelo Turriano fue un ingeniero e inventor italiano que llegó a España en el siglo XVI tras ser nombrado Relojero de Corte por Carlos I. Su vida estuvo íntimamente ligada con Toledo, donde trabajó, vivió y murió casi en la indigencia. Allí es recordado por ser el inventor de una máquina hidráulica que consiguió subir el agua a Toledo desde el río Tajo salvando una fuerte pendiente.

En Madrid tiene una calle en la parte alta de Lavapiés, uno de los barrios más castizos de Madrid que se caracteriza por albergar en él a ciudadanos de unos cien países en algo menos de un kilómetro cuadrado.

Aunque no es una de las calles más conocidas de Madrid, ni tiene ningún edificio histórico a destacar, creo que tiene su pequeño encanto ya que en ella se concentra de forma mayoritaria una buena parte de la comunidad china que vive en la capital. De hecho, no es exagerado decir que allí nos encontramos en un pequeño Chinatown.

Una calle que se caracterizaba por los pequeños comercios de toda la vida (panaderías, droguerías, mercerías, imprentas,...) ha visto como poco a poco ha cambiado su fisionomía de forma radical, al haber sido comprados estos comercios por estos inmigrantes. Así, hoy al pasear por esta estrecha calle te encuentras con infinidad de locales dedicados a la venta de ropa, al detalle y al por mayor, caracterizados la mayoría por tener nombres como Hong Yu, Bu Bu Gao, Ding Li o Huang Shi.

Es curioso el auge que está tomando la comunidad china. Si inicialmente empezaron con sus restaurantes, después fueron las tiendas de 20 duros y las de chucherías para niños. Ahora le ha tocado el turno al comercio textil, y ya facturan un 10% del total del sector.

Con su trabajo han demostrado que es posible que el pequeño comercio compita con los grandes almacenes, aunque en mi opinión el coste a pagar en lo que se refiere a horarios y precios es algo difícil de asumir para lo que nosotros estamos acostumbrados. El competir con ellos es difícil ya que normalmente en sus negocios trabaja toda la familia, lo que les permite una mayor flexibilidad de horario.

¿Competencia desleal con el comercio de toda la vida? Que cada uno opine lo que mejor le parezca.

miércoles, 2 de abril de 2008

La Calle Huertas


La calle Huertas se encuentra en el llamado barrio de Las Letras, conocido así por ser la zona en la que vivieron e incluso convivieron, ilustres literatos del Siglo de Oro como Quevedo, Lope de Vega, Cervantes o Góngora. Esta calle, que va de la plaza del Angel a la plaza de la platería de Martínez, es una de las principales del barrio, y recibe su nombre de las numerosas huertas que allí había hasta el siglo XVI.

En esta calle, peatonal desde el 2006, podemos encontrarnos tras la reforma efectuada, distintos poemas grabados en la piedra de los autores que aquí vivieron y trabajaron, así como placas con sus biografías en las fachadas de diversos edificios.


Además, esta calle es famosa por la gran concentración de bares y pubs que a lo largo de ella se disponen, siendo uno de los sitios más frecuentados por los jóvenes y los no tan jóvenes para pasar unas horas de diversión. Destaca entre todos ellos "Casa Alberto", restaurante abierto en el año 1827. Fue en el edificio que ocupa este bar (nº 18 de la calle) donde vivió Cervantes y escribió dos de sus famosas obras: la segunda parte de "El Quijote" y "Los trabajos de Persiles y Segismunda".


Además de los sitios de copas, es de destacar en el número 21 la librería "La Celestina", especializada en libros de teatro, así como el Palacio del Duque de Ugena, que durante años fue la sede de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid (foto de la derecha).

Parece ser que en su momento la calle fue también conocida por ser una de las muchas donde se ejercía la prostitución, como indicaba el dicho “calle de las Huertas, más putas que puertas”.

Hace pocos años, éste era uno de mis sitios favoritos para tomar unas copas, por el gran ambiente que allí se respiraba. Sin embargo, ¡serán los años!, ahora disfruto más de esta calle a primera hora de la mañanas. Así, los días en los que hace buen tiempo, cuando aún los locales no han abierto, me gusta acercarme a mi trabajo recorriendo la calle de punta a punta, pensando en toda la historia que en sus rincones guarda.

martes, 1 de abril de 2008

Premio Eclipse de Luna y Planeta Azul

Ayer, leyendo los comentarios que había en mi última entrada "La plaza de Oriente" encontré un mensaje de Angélica en el que me invitaba a darme una vuelta por su blog: http://lasrutasdeangelica.blogspot.com/. Allí vi que ella me había otorgado el premio Eclipse de Luna y Planeta Azul.

Aunque hay gente a la que no le van mucho los premios, yo soy de los que piensan que siempre es de agradecer que tu trabajo sea reconocido. Por ello me enorgullece que se haya acordado de este blog de tan sólo 70 días de vida. Desde luego parte del reconocimiento se debe a todos los que con vuestros comentarios ayudáis a realizar este blog, así como todos los que aunque no comentan nada, sé que de vez en cuando se pasan por aquí. Vaya este premio para todos los que conforman este mundillo de los blogs.

Nos vemos.